domingo, 15 de febrero de 2009

Soy la protagonista de una historia que no debió contarse nunca. Mi madre lo tuvo a mi hermano mayor y después de la trágica pérdida 1 año después me convertí, par de células que no sabían lo que hacían y que ahora solo forman parte de ese círculo vicioso, amargo y falso.

22 años desde que llegué acá. Apenas 5 desde que comencé a cambiar, me preguntan que por qué lo hago, que dónde se quedó esa chica buena onda, conversona y de buen caracter que pasaba en casa y no se encerraba en las pulgadas de su monitor.

No lo sé. El orgullo me ganó. La indiferencia se apoderó de mi cabeza y de mi corazón. Me convertí en quién más detesto en esta vida. Soy culpable, de todo, no necesitan recordármelo, que se lea lo más emo que habrán encontrado estos últimos días, y me disculparán, pero esta es la única forma de sacar lo que tengo atorado dentro. Me han inundado de preguntas esta noche, me han salvado de las marcas que se borran del cuerpo pero que amargan el alma, y se los agradezco, infinitamente, he dejado a un lado el orgullo por un momento y atiné a decir Gracias, de verdad lo aprecio. Pero al mismo tiempo y tanta interrogante solo me han perdido un poco más. Yo también quisiera ser como hace cinco años, pero ya no puedo, es difícil y triste. En cinco años me he metido tanta basura en la cabeza que ya no puede ser eliminada, ni transformada, es la rabia, la impotencia y la frustración, de no haber sido quien esperaban y mucho menos lo que yo misma esperaba de mí. Es como un nudo que por más que intentes zafar solo terminarás ajustándolo un poco más, hasta que consideres que solo una tijera o algo parecido podrá soltar tanto desorden. Y tampoco funcionará.

Un año y nueve meses desde la última vez. Y de nuevo valió la pena. Ya no duele, solo recuerda, despierta y en algún momento volverá a donde pertenece. Hasta que ocurra algo que lo haga regresar, para recordar, para desahogar.

Decepción.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Fuera de mí lo que me creció
viviéndole a la vida por ahí:
duda y paciencia excesiva,
timón a la deriva,
y solución sin porvenir.
Sáquenme de mí.

Fuera de mí
la tristeza acumulada,
la distancia que me di,
la intensidad sin cabeza,
la falta de belleza necesaria para ti.
Sáquenme de mí.

Se viene un siglo infectado, macabro y dorado.
¿Cuánto tendré que invertir en mi niño y su sobrevivir?
Ser uno mismo supone un poder de tu lado,
pero sacando el oscuro es la única manera
de llegar a donde ir.

Sáquenme de mí
la tolerancia de vivir desenchufado,
el sentimiento acelerado,
la infantil idea de esperar por su llamada,
el soñador crucificado.

Sáquenme el insisto de poeta rebuscado,
el ego desubicado,
la sinsentida caricia,
la avaricia sin hermanos.
Sáquenme.

Saquen la espina de la promesa incumplida,
el desespero que me apartó de tu lado.
Saquen el frío que da el recuerdo que olvido,
el desamparo del enfermizo destino.
Sáquenme...

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Ánimo chica, dijo por ahí alguien que la hora más oscura de la noche es la más próxima al amanecer. Un abrazo de roedor!

Natalia Cartolini dijo...

Fuerte, muy fuerte. Ánimo, tocaya. Algo interesante, bueno y pueda que hasta geek se anda creando en algún lugar del universo para ponerte contenta.

mauflagrum dijo...

"todo nos falta cuando nos faltamos a nosotros mismos"... (Goethe)

 

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